Esencia. Raíces, vínculos y otras joyas.

Dicen que sólo cuando vuelves a tu esencia, puedes dar lo mejor.

Ésto me marcó hace años. Está claro que no hay mejor opción que ser quien somos y lo contrario sale bastante caro. A veces el camino es duro; repensarte, desgranar lo aprendido, quedarte con lo que realmente es coherente con lo que sientes, te puede regalar el título de oveja negra (ojo, sin connotación negativa) pero es totalmente necesario para estar en paz contigo misma/o.

En mi caso, tras unos intensos años de gran aprendizaje y algunas horas de soledad (a veces buscada, a veces no), he tenido la gran suerte de tirar de «joyas» que me han mantenido en pie frente a la tempestad. ELLAS: fortaleza, perseverancia, ternura y creadoras de momentos inolvidables en familia. Labios rojos, perlas, aroma a Chanel, zapatos de tacón y ¡¡¡mucha vida!!!

A menudo, cuando pienso en mi abuela Juana, me pregunto cómo es posible que una mujer que jamás pudo disfrutar de su madre, haya podido serlo de sus hijas y nietas/o con tal intensidad. Observo a mi madre Magda, que tan buenos momentos nos ha regalado y me digo, qué tendrá que todos la adoramos de esa forma tan especial.

Amor. Esa es la respuesta.

Gracias por lo que habéis sembrado en mi. ¡En la familia Ortega!